Siempre me ha resultado más
fácil escribirle a la tristeza que a la felicidad. Digamos, que nunca encuentro
palabras suficientes y adecuadas para expresar un momento feliz. Eso no quiere decir que esté escribiendo por
tristeza…o quizá indirectamente sí y no lo acepto. Quién sabe. Realmente hay
muchas cosas hoy día que no sé o no me quedan claras. Como por ejemplo, cambiar
el café por el té en las mañanas, o un vestido por pantalones, una sonrisa por
lágrima, o un mensaje por llamada. Hábitos que cambias, para bien o para mal,
no lo sabes, pero lo haces. Sin un por qué. Ni una razón. Ninguna explicación
que fundamenta la acción. Aunque, ¿dónde queda la razón cuándo se antepone el
corazón? ¿Y dónde queda el corazón cuando se antepone la razón?
…¿Y dónde queda mi corazón,
cuando quiere abrazar a su amor?...
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