Sonando

viernes, 14 de noviembre de 2014

Noviembre.

Hoy no tengo metáforas. Ni primeras líneas o extensos párrafos donde escribirlas.

¿Las musas? Se han esfumado. Se han largado esta noche.
No. No sé cuándo volverán, ni si tienen intención de hacerlo.

Es un frío viernes de noviembre  y creo haber contado quince estrellas en la franja de cielo que alumbra mi  habitación.
Sí. También la luna ha desaparecido por hoy.
Me pregunto cuánta gente se encuentra en mi misma situación mirando una franja de cielo diferente...y repentinamente, pienso en la inmensidad del mundo: la cantidad de gente, de actos, de situaciones, la diversidad de momentos, preguntas, por qués no contestados...

Panda de inconscientes. Nosotros; el ser humano y su característica vena egoísta que nos obliga a pensar que somos los únicos desgraciados existentes. Porque cuando se trata de felicidad es todo más extenso. Más mundial. Ya me entendéis.

No cuento más estrellas.

Finjo un bostezo y me acurruco en la cama. Es hora de dejar las reflexiones por hoy. Quizá las musas vuelvan tras ellas.

lunes, 10 de noviembre de 2014

»Las noches de frío y el aroma cálido que le dan tus abrazos, definitivamente, me vuelven loca«...

Qué ilusos somos al comienzo. Cuánto poder creemos tener y cuán débiles somos en realidad. Nos creemos grandes frente a él. Grandes y valientes. Pensamos que podemos controlar lo que nos da; una mera situación, un día, una persona cualquiera. Y nos crecemos. Porque cualquier ser que cree tener poder sobre él le es inevitable no crecerse. Subes. Subes hacia lo más alto. Y sigues. Más. Un poco más.

Hasta que paras (o más bien te hacen parar). Te detienes. Lo aceptas y entonces sí. Ahora sí eres fuerte.

Hablo del amor. El amor en particular y grado superlativo absoluto. Ese que te revuelve el estómago con las mejores mariposas existentes. Que te hace esperar con ansia el correo y la última llamada. Con el que sueñas y lloras. El amor incondicional que asegura la locura y la felicidad.
Tú conmigo. Yo contigo. Besos de fresa, abrazos de azúcar, mordiscos con sabor a "te quiero solo para mí".
Noches envueltas en pasión y amaneceres al alba observando tu rostro. Tu piel sobre mi piel y tus ojos de canela que hipnotizan.

Definamos el amor como el peor y gran fascinante poder existente sobre el ser humano.
Te defino a ti como el peor gran maravilloso poder existente sobre mí.

»Con el que las noches de frío y el aroma cálido que dan tus abrazos, definitivamente, me vuelven loca«...







viernes, 7 de noviembre de 2014

Viernes 7 de noviembre.
Reflexión personal entre el sofá, una taza de té y mi propio yo:
El mundo está repleto de personas. Si tuviera que realizar una clasificación de todas ellas creo no llegaría a más de tres grupos los cuales se me ha hecho imposible nombrar.

Las primeras son aquellas personas que llegan a ti poco a poco. Sutilmente. Refrescando tus días, meciendo tus noches y suavizando tus meses. Lo hacen más ameno todo hasta que ¡bam! No están. Desaparecen tal y como lo hace una brisa mientras tú vuelves a sofocarte tal y como estabas antes de su presencia. Te dejan de cara al viento, y ahora eres tú el que debe encontrar el aire que se ha llevado para seguir respirando.

Las segundas son aquellas que llegan, ya sea de golpe o poco a poco, y te cambian. Todo. A larga eso sí, pero te cambian. Podría considerarlas como esas personas con las que permaneces toda tu vida o en la mayoría de casos (véase la evidencia) deseas que así sea.
Están catalogadas como creadoras y/o destructoras de la dependencia sentimental. Más coloquialmente considerado como "enganche" o "estoy to` pillao/a" por él o ella.
Más complejamente considerado como "enamoramiento".
Consejo experimental: A pesar del riesgo, nunca se abstengan. Son las que nos dan el sentido de vivir.

Finalmente tenemos las destructoras (en el sentido que a continuación voy a dar de la palabra). Son aquellas que llegan en forma de bomba y/o explosión. Nos descolocan durante menos de un par de meses. Nos hacen segregar cantidades inimaginables de endorfinas que después son totalmente destruidas por cantidades, también inimaginables, de dolor (en la mayoría de casos, claro)
Son aquellas que no aseguran nada. Que no tienen rumbo fijo. Que tienden a la aventura. Que te bloquean la capacidad racional hasta que llega la despedida.
Definitivamente, aquellas de las que deberíamos abstenernos. Las que deberíamos desechar antes del primer síntoma de bloqueo emocional. Un caos en toda regla.

Yo me he topado a lo largo de mi aún escasa vida, con la mayoría de ellas. Y creedme, si lo hubiera sabido, me habría ahorrado muchas de ellas.
Así que, para concluir esta reflexión, me voy a la cama sabiendo con quién sí, con quién no, con quién siempre y con quién nunca.

Buenas noches, Ana.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Por querer lo quiero todo, contigo.

"Quiero susurrarte en la cama que nunca me rendiré ni me cansaré cuando todo vaya mal. Quiero casarme contigo un millón de veces en la playa y quiero que los anillos sean arañazos en la espalda. Quiero enamorarme en todos los rincones del mundo empezando por el tópico París, haciéndote el amor frente a la torre Eiffel. Quiero perderme contigo en Nueva Zelanda, recorrer Australia, visitar Canadá, Croacia, Atenas y Luxemburgo.
Quiero llevarte hasta Marte y allí enseñarte todas y cada una de las constelaciones que yo veo sobre tu espalda.

Quiero empaparme de tu cuerpo en cada lago con tu piel desnuda.

Seré todo lo que me pidas que sea,soy tuya y puedes hacer conmigo lo que quieras.

Morir tendría tanto sentido ahora que he alcanzado el cielo...Suena irónico pensar esto y sentir al mismo tiempo la impotencia de no poder compartir contigo más de una vida.

Por eso, de momento, déjame regalarte la mía."