Sonando

lunes, 10 de noviembre de 2014

»Las noches de frío y el aroma cálido que le dan tus abrazos, definitivamente, me vuelven loca«...

Qué ilusos somos al comienzo. Cuánto poder creemos tener y cuán débiles somos en realidad. Nos creemos grandes frente a él. Grandes y valientes. Pensamos que podemos controlar lo que nos da; una mera situación, un día, una persona cualquiera. Y nos crecemos. Porque cualquier ser que cree tener poder sobre él le es inevitable no crecerse. Subes. Subes hacia lo más alto. Y sigues. Más. Un poco más.

Hasta que paras (o más bien te hacen parar). Te detienes. Lo aceptas y entonces sí. Ahora sí eres fuerte.

Hablo del amor. El amor en particular y grado superlativo absoluto. Ese que te revuelve el estómago con las mejores mariposas existentes. Que te hace esperar con ansia el correo y la última llamada. Con el que sueñas y lloras. El amor incondicional que asegura la locura y la felicidad.
Tú conmigo. Yo contigo. Besos de fresa, abrazos de azúcar, mordiscos con sabor a "te quiero solo para mí".
Noches envueltas en pasión y amaneceres al alba observando tu rostro. Tu piel sobre mi piel y tus ojos de canela que hipnotizan.

Definamos el amor como el peor y gran fascinante poder existente sobre el ser humano.
Te defino a ti como el peor gran maravilloso poder existente sobre mí.

»Con el que las noches de frío y el aroma cálido que dan tus abrazos, definitivamente, me vuelven loca«...







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