Sonando

viernes, 7 de noviembre de 2014

Viernes 7 de noviembre.
Reflexión personal entre el sofá, una taza de té y mi propio yo:
El mundo está repleto de personas. Si tuviera que realizar una clasificación de todas ellas creo no llegaría a más de tres grupos los cuales se me ha hecho imposible nombrar.

Las primeras son aquellas personas que llegan a ti poco a poco. Sutilmente. Refrescando tus días, meciendo tus noches y suavizando tus meses. Lo hacen más ameno todo hasta que ¡bam! No están. Desaparecen tal y como lo hace una brisa mientras tú vuelves a sofocarte tal y como estabas antes de su presencia. Te dejan de cara al viento, y ahora eres tú el que debe encontrar el aire que se ha llevado para seguir respirando.

Las segundas son aquellas que llegan, ya sea de golpe o poco a poco, y te cambian. Todo. A larga eso sí, pero te cambian. Podría considerarlas como esas personas con las que permaneces toda tu vida o en la mayoría de casos (véase la evidencia) deseas que así sea.
Están catalogadas como creadoras y/o destructoras de la dependencia sentimental. Más coloquialmente considerado como "enganche" o "estoy to` pillao/a" por él o ella.
Más complejamente considerado como "enamoramiento".
Consejo experimental: A pesar del riesgo, nunca se abstengan. Son las que nos dan el sentido de vivir.

Finalmente tenemos las destructoras (en el sentido que a continuación voy a dar de la palabra). Son aquellas que llegan en forma de bomba y/o explosión. Nos descolocan durante menos de un par de meses. Nos hacen segregar cantidades inimaginables de endorfinas que después son totalmente destruidas por cantidades, también inimaginables, de dolor (en la mayoría de casos, claro)
Son aquellas que no aseguran nada. Que no tienen rumbo fijo. Que tienden a la aventura. Que te bloquean la capacidad racional hasta que llega la despedida.
Definitivamente, aquellas de las que deberíamos abstenernos. Las que deberíamos desechar antes del primer síntoma de bloqueo emocional. Un caos en toda regla.

Yo me he topado a lo largo de mi aún escasa vida, con la mayoría de ellas. Y creedme, si lo hubiera sabido, me habría ahorrado muchas de ellas.
Así que, para concluir esta reflexión, me voy a la cama sabiendo con quién sí, con quién no, con quién siempre y con quién nunca.

Buenas noches, Ana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario