Sonando

sábado, 6 de enero de 2018

Rememorando.

Si hay algo que confirmo a pocos días de haber empezado un nuevo año es que el inicio de un cambio puede ser resultado de tan sólo un día.

Perdón. Me corrijo.

De tan solo una actitud. 

No sé si te pasará, pero a mí me resulta acojonante echar la vista a atrás un año entero. Justo hoy, en este preciso momento, si me pusiera a iniciar una conversación conmigo misma quizá me sorprendería pensando que no soy la misma persona. 

Aquí el matiz: eso, ahora, me gusta. 

Comparto la filosofía que afirma la existencia de un aprendizaje por cada día que vives. Sin embargo, creo que falta el punto consciente que te haga sabedor de lo que realmente te está enseñando la vida en ese preciso instante. Yo creo que si de verdad lo hubiera tenido, en su momento, me habría ahorrado muchas situaciones de ignorante culpabilidad a lo largo de muchos meses. Lo bueno de todo esto es que llega un día en el que despiertas con la chispa. Y todo lo que te creías incapaz de hacer da la vuelta. Entonces empiezas a ver atajos en el camino que antes no existían. 

Y es brutal. 

Así que ahora, que empiezo a ser consciente de las experiencias, podría definir este 2017 como puro aprendizaje: 

En general, ha sido un año de muchas decepciones. La mayoría conmigo misma. Aunque viéndolo con los ojos de ahora me parecen incluso razonables. A pesar de ellas, he dado mi piel y alma todas las veces que así lo he sentido, incluso oliéndome ya el desenlace final. Pero a quién no le ha pasado eso alguna vez, ¿verdad? El problema era que parecía no aprender de ninguno de los golpes. Y eso derivó en un año de frustración total a cualquier paso y en cualquiera de los ámbitos donde me movía. No era yo. No me sentía yo. Y en muchas de las ocasiones parecía ver cómo pasaba mi vida fuera de mí. 

Y creedme, vivir tu vida de forma ausente es una inmensa pérdida de tiempo. 

Evidentemente, el entorno siempre es víctima de lo que a ti te suceda. Y esto es algo que me ha marcado mucho este año. He llegado a entender con total plenitud la amistad. Cuando más ausente estaba más cerca los tenía. Las personas que pasean contigo a las 1:42 un lunes lectivo y las que sacan tiempo para traerte granizado en plena convocatoria de julio son las que tienen que estar ahí. Todas las demás van a ser pasajeras. En serio. No hay que tener miedo por contar a los tuyos con los dedos de una mano. Dos no siempre es menos que tres. 

Y el lugar de la familia siempre va a ser irreemplazable. 

En relación a lo anterior también he entendido que una relación, de cualquier tipo, no la marcan los años. No hay que aguantar con nadie por el mero hecho de estar cinco, diez o quince años juntos. Ya sea amistad, pareja o vecino. Y es un tema que me molesta mucho porque aún hay miedo por romper relaciones a causa del tiempo. Si sientes que una persona ha dejado de ofrecerte la esencia que te llevó a estar con ella, déjala ir. Suéltalo, como la canción. De verdad. Si no hay nada que exprimir de esa persona quizá la vida te está diciendo que ya está. Y hay que saber verlo, porque si fuerzas dos piezas de puzle sin la estructura complementaria, al final se acaban quebrando. 

Os lo aseguro. 

En cuanto a lo que a mí respecta, tengo buenas noticias en referencia a 2017. Como he comentado, me he decepcionado en varias ocasiones. Y aunque ha sido difícil aceptar lo exterior he conseguido comprender un poco más mi interior. Y es que soy una persona cambiante. En general y con todo. Me gustan los inicios y el descubrimiento. Conocer cada cosa que el mundo me presenta. Es más, me gusta conocer muchas cosas de golpe, y quizá eso me lleva a no finalizarlas todas siempre. Pero, ¿y qué? Si a mí me hace feliz estar metida en mil "fregaos" por qué tengo que limitarme solo a uno. ¿Por acabarlo bien? No. Ya no. Se acabó eso de adaptarse a los demás por pura moralidad social. A mí me gusta el jaleito, y punto. 

Y el jaleito que me lleva a ser lo que soy hoy es el que más me gusta de todos. 

Empezar un nuevo año siempre es aprovechar una nueva oportunidad. Y simplemente hay que estar agradecido por poder hacerlo. Porque aunque suene a tópico, nadie miente cuando dice que la vida es muy fugaz. Lo veo en los ojos de la enfermedad, de los accidentes, de la violencia, de la muerte inesperada. 

Lo veo en las palabras de mis abuelos. 

Por favor, disfruta. 

Para mí cambiar de actitud sí significa cambiar mi persona, porque no vas a reaccionar, actuar y sentir de la misma forma cuando algo tan grande ha cambiado en ti. 

Y en vez de sentir miedo noto pasión, ganas y energía.
Dejar atrás a una Ana antigua es dejar con ella todo el lastre que sostenía.  

Y eso solo significa una cosa: estoy preparada para más. 

Feliz 2018 a todos.

Os deseo todo lo bonito.

Y más.  







No hay comentarios:

Publicar un comentario