Sonando

viernes, 7 de marzo de 2014

lrreal posibilidad.

La noche es fría, el cielo oscuro y el suave viento frota las últimas hojas amarillentas caídas por el temporal invernal en el que se encuentra sumergida la calle. No hay ni un alma por la ciudad y abrazada a sí misma deambula por las franjas terrenales del camino. Las altas horas de la noche y el sonido del más rotundo silencio traen aroma de soledad al aire que la envuelve. Camina lenta, cabizbaja y el sonido de sus tacones estremecen al más mínimo ser vivo que se pueda encontrar allí. Quién iba a decirle meses atrás que se encontraría en una situación tal como ésta. Increíble. Por un momento se estremece. Hace frío. El amago de resguardarse en su abrigo la obliga a parar y respirar profundamente. Mira hacia arriba. Un cielo negro y nocturno se encuentra sobre ella. Parece imposible que algo o alguien pueda dar un rayo de vida a tanta oscuridad junta. Pero ahí está. Sonriente esta vez. Alumbrando parte de la noche y fundida en ese cielo, como si de dos almas gemelas se tratase. La noche y el día. El yin y el yan... Sonríe. Inevitable no hacerlo. Se siente tan identificada con aquel cielo. Ella, tan oscura, tan triste, tan sola. Abandonada de esperanzas por encontrar su luna, la misma que la revitalizara y la hiciera brillar. Qué dura fue en su momento y qué felicidad la llena ahora... Vuelve a sonreír. Esta vez con más fuerza. Porque la tiene. Ahora sí la ha conseguido. Le apetece soltar una carcajada. Reírse de los miedos y temores que la comían anteriormente. Plantarles cara y demostrarles a todos y cada uno de ellos que ahora sí puede. Ahora sí quiere gritar al mundo que es feliz. Que lo ha conseguido. Su cielo oscuro ha encontrado su luna, sus estrellas y su firmamento. Vuelve a andar. Esta vez con más fuerza. Sonriente. Como si de un desfile en pasarela se tratase aquel camino de vuelta al hogar. Tiene ganas de correr, de despojarse de tacones y demás vestimentas y llegar a la locura... Volverse loca recordando esos ojos marrones que un día la miraron, y hoy son su rayo de luz diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario