Sonando

miércoles, 12 de marzo de 2014

Respira hondo y abre los ojos. Ahí está. El reflejo no miente y su mirada tampoco. Aquel miedo y escalofrío vuelven a recorrerla de arriba a abajo cuando, casi temblando, su delicada piel vuelve a mostrar todas las cicatrices. Sus pupilas se dilatan y apretando los puños para sí misma comienza a sentirlo otra vez. Cierra los ojos con fuerza, sus manos se dirigen hacia su cabeza y apretando cada vez más en su sien deja estallar un grito que retumba en el silencio interior que la serenaba. Ha vuelto. Cae de rodillas. Agotada. Su respiración agitada le impide pensar con claridad. El hielo que la rodeaba comienza a fundirse y cae poco a poco por sus mejillas. Ahora lo siente y no puede huir. No lo intenta. Las cenizas que yacían apagadas en su interior comienzan a recobrar vida y cada vez queman más. Tumbada y encogida se encuentra en el filo del pánico. Las heridas pasadas vuelven a abrirse y la fuerza flojea y huye. No hay enfrentamientos. No hay combates. Tampoco luchas. Poco a poco empieza a notar el abrazo del silencio. Su cuerpo, falto de coraje, yace encogido en el suelo. Poco a poco vuelve a abrir los ojos...Retornan en ella las esperanzas de haber pasado la pesadilla... No. Ahí está. La recoge en sus brazos y se adueña de ella. Ya no hay hielo. Ni cenizas. Tan sólo...oscuridad.

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